Es necesario resaltar una vez más, que los milenarios saberes de crianza de la chacra en los Andes, una de las pocas regiones en el mundo donde se originó una agricultura ritual, son manifestaciones de la peculiar manera que tiene el hombre andino de vivenciar un paisaje diverso, variable y denso.
Se dice agricultura ritual, porque el cuidado de las chacras y de las plantas que se crían en ellas, está lleno de manifestaciones de respeto y cariño familiar. Antes del barbecho, de la siembra, aporque y cosecha se pide permiso a la Pachamama (madre tierra) y a los luhuaranis deidades del lugar.
Además se siembra conversando, mediante las señas o lomasas, con las fases de la luna, con la floración de las plantas, con el aullido o cambio de color del pelaje de ciertos animales; se observa el vuelo de ciertas aves, el brillo de las estrellas, el sabor de las primeras lluvias, el color del viento, el olor de la tierra etc. etc. Se conversa sobre las condiciones del clima, si habrá poca o mucha lluvia para de acuerdo a estas señas, criar las chacras.
Para el campesino criador de diversidad, todo es seña, incluso el estado de ánimo del mismo runa (humano) al momento de la siembra es seña. Hay que estar alegre y sin desgano.
Los campesinos del altiplano puneño conocen cerca de 300 señas para la crianza de la chacra.
Se conversa con las señas en todo momento del año. Especialmente con aquellas que nos «dicen» sobre como viene la intensidad y frecuencia de las lluvias, durante el periodo en el cual crecen los cultivos. (Puquy uku). Esta conversación se hace más intensa durante el período seco y frío del año (Usyai uku) cuando descansan las chacras y antes de las siembras.
En esta época se visita los lugares «sagrados», se entregan las ofrendas a la Pachamama y a los cerros tutelares (Apus, Taita Wamanís, Achachilas, Auquis, ....) a las qochas, puquios. Todo esto son manifestaciones de un profundo respeto y cariño hacia las wakas, (deidades) que nos amparan y acompañan en la crianza de las chacras.
Sembrar en cada pequeña chacra una mezcla de especies y variedades de plantas, en diversas épocas (siembra muy adelantada, temprana, intermedia y tardía) y en múltiples y dispersas pequeñas chacras situadas a diferentes alturas, son evidencia de que los campesinos criadores de Fitodiversidad, conversan con el diverso, variable y denso paisaje andino, especialmente con la extrema variabilidad del clima andino (con sequías, vientos fuertes, granizo, heladas, excesos de lluvia etc.)
Julio Valladolid Rivera
PRATEC
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